viernes, 14 de febrero de 2014

El Jardín

Estas fotos fueron tomadas en La Escuelita durante el año 2011. 
Ese año mi hija más pequeña terminaba el jardín. 
Y la casona de Colegiales en la que aprendimos tanto quedaba atrás. 
Estas imágenes fueron un intento de acariciar, de recorrer, de mirar desde donde miran los niños ese territorio de inmensa afectividad. 




Estuvieron y se han ido.
Trazaron caminos de colores,
dejaron sus marcas en la arena,
enterraron objetos insignificantes,
prepararon venenos y volcanes.


La luz agitándose en el patio.
El paso de los días cuando no se piensa que los días pasan.
Una hoja marchita se consume desde sus bordes.


Territorios donde todo es señal y descubrimiento, 
cualquier mancha, un mapa;
bichos, ramas, piedras, una mariposa en el invierno.


Las cosas abandonan el seguro lugar,
el nombre y el significado,
para ser mar, cueva, montaña, arena de estrellas,
país lejano, playa.


Rincones a los que la luz se retira,
se sustrae de su intensa actividad,
para deshacerse junto a esos pequeños despojos:
patitas de insectos,
puntas rotas de los lápices,
tiza hecha polvo,
migas de galletitas.


La escalera se curva.
Arriba son otros los que andan,
conversan, se preparan,
dejan rodar los objetos
hacia una pequeña fatalidad.


Quisiera marcar, pintar,
tallar, borronear,
pasar a otro juego,
a otra cosa,
volver a casa.