miércoles, 6 de agosto de 2014
domingo, 18 de mayo de 2014
viernes, 4 de abril de 2014
viernes, 28 de marzo de 2014
viernes, 14 de febrero de 2014
El Jardín
Estas fotos fueron tomadas en La Escuelita durante el año 2011.
Ese año mi hija más pequeña terminaba el jardín.
Y la casona de Colegiales en la que aprendimos tanto quedaba atrás.
Estas imágenes fueron un intento de acariciar, de recorrer, de mirar desde donde miran los niños ese territorio de inmensa afectividad.
Ese año mi hija más pequeña terminaba el jardín.
Y la casona de Colegiales en la que aprendimos tanto quedaba atrás.
Estas imágenes fueron un intento de acariciar, de recorrer, de mirar desde donde miran los niños ese territorio de inmensa afectividad.
Estuvieron y se han ido.
Trazaron caminos de colores,
dejaron sus marcas en la arena,
enterraron objetos insignificantes,
prepararon venenos y volcanes.
La luz agitándose en el patio.
El paso de los días cuando no se piensa que los días pasan.
Una hoja marchita se consume desde sus bordes.
Una hoja marchita se consume desde sus bordes.
Territorios donde todo es señal y descubrimiento,
cualquier mancha, un mapa;
cualquier mancha, un mapa;
bichos, ramas, piedras, una mariposa en el invierno.
Las cosas abandonan el seguro lugar,
el nombre y el significado,
el nombre y el significado,
para ser mar, cueva, montaña, arena de estrellas,
país lejano, playa.
Rincones a los que la luz se retira,
se sustrae de su intensa actividad,
para deshacerse junto a esos pequeños despojos:
patitas de insectos,
puntas rotas de los lápices,
tiza hecha polvo,
migas de galletitas.
La escalera se curva.
Arriba son otros los que andan,
Arriba son otros los que andan,
conversan, se preparan,
dejan rodar los objetos
hacia una pequeña fatalidad.
Quisiera marcar, pintar,
tallar, borronear,
pasar a otro juego,
a otra cosa,
volver a casa.
viernes, 31 de enero de 2014
Breve Relato Sobre Lo Hecho
Nací el 25 de Mayo de 1969, un feriado, en la
casa de una tía partera, en Berisso, cerca de La Plata. Mi infancia y
adolescencia las pasé en Santa Rosa, La Pampa. Desde 1983, vivo en la Ciudad de
Buenos Aires.
Soy Licenciada en Ciencias de la Comunicación,
egresada de la Universidad de Buenos Aires en 1993.
Fotógrafa, egresada de la Escuela de
Fotografía Creativa de Andy Goldstein, en 1995.
Licenciada en Educación, egresada de la
Universidad Nacional de Quilmes, en el 2012.
Desde 1998, Directora de Estudios de la Escuela
de Fotografía Creativa.
En la EFC, también desde 1998, soy docente de
diferentes asignaturas y talleres.
Actualmente, estoy a cargo de las materias El
Fotógrafo y la Escena, Realización 1 y Realización 2 y me ocupo de la tutoría y
la curaduría de las tesis de graduación.
Cada año, participo de las muestras fotográficas
colectivas realizadas por los docentes de la EFC.
En relación a la fotografía, escribí el ensayo
“El Álbum Familiar”, que tuvo una edición limitada y el diseño de Andy
Goldstein, y el ensayo “Fotografía y Memoria: la Escena Ausente”, a partir del
trabajo “Arqueología de la Ausencia”, de la fotógrafa Lucila Quieto, que fue
publicado en “Ojos Crueles, temas de Fotografía y Sociedad”.
Fui integrante del Comité Académico de las IV
Jornadas Fotografía y Sociedad, realizadas en la Facultad de Ciencias Sociales
de la UBA en 2005.
Antes de la fotografía, trabajé en producción
periodística en radio, fui docente de periodismo y de producción radiofónica y
me formé en disciplinas artísticas ligadas a la escena (teatro, danza y
narración oral).
miércoles, 29 de enero de 2014
A las puertas del Hospital de Niños
Estas fotos fueron tomadas durante el invierno de 2013 en la
puerta principal del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
Allí, cada día, cientos de madres y padres llevan a sus hijos al
doctor. Muchos viajan varias horas para llegar, y concurrir al hospital les lleva
toda la jornada.
Cargan bolsos, alimentos, botellitas de agua, radiografías,
recetas... Visten a sus niños con la mejor ropa. Los abrigan, los retan, los
apuran, los abrazan, los dejan llorar. Traen juguetes y peluches que consuelan
y acortan las esperas. Asisten al ritual de la consulta al médico.
La puerta, alta y ancha, compuesta de dos enormes hojas, seguida
de una escalera de mármol, genera y subraya el pasaje entre la luz del día y la
luz de las salas de espera y los consultorios, entre el bullicio del tránsito y
las conversaciones apagadas y los llantos de los niños, entre el espacio
horizontal de la calle y el espacio jerarquizado del hospital.
Adentro, gente de guardapolvo dirá qué hacer, hablará de
diagnósticos, pronósticos y tratamientos. Afuera, payasos y vendedores de
globos, de chucherías coloridas, de café y facturas. Y justo en la puerta, en el
primer escalón, la foto, más cerca de la feria y sus atracciones que de la ciencia.
Esa puerta y la esforzada escalera son la frontera que divide a
la salud y la enfermedad, al saber del no saber y, a veces, al cielo del
infierno. Esa puerta marca el límite de lo que las madres y padres pueden
llegar a ver, conocer o hacer. En esa puerta termina un dominio y empieza otro.
Acá estamos, hijo, frente al dolor.
Y en el momento de
la toma fotográfica, sobreviene la pose, el gesto de mirar a cámara y de
ofrecer, aunque sea, la sombra o la mueca de una sonrisa, de mostrar al niño a
pesar de que esté dormido o tenga barbijo.
Un hijo es el anhelo de continuidad, la extensión más allá de este tiempo, de esta condición. ¿Y cuando el hijo enferma? ¿Cuándo algo no está bien? ¿Cuando le cuesta respirar o andar? ¿Cuando sus ojos se nublan? ¿Cuando la promesa es frágil o es débil?
Entonces, los ojos de las madres y de los padres piden al cielo.
Un hijo es el anhelo de continuidad, la extensión más allá de este tiempo, de esta condición. ¿Y cuando el hijo enferma? ¿Cuándo algo no está bien? ¿Cuando le cuesta respirar o andar? ¿Cuando sus ojos se nublan? ¿Cuando la promesa es frágil o es débil?
Entonces, los ojos de las madres y de los padres piden al cielo.
Vos ibas a ser más fuerte.
Vos iba a llegar más lejos.
Los mismos ojos, los mismos gestos.
Te prometo juguete, caramelos, una tarde con sol.
Prometo que haré la tarea, que me dormiré temprano.
Prometo que me voy a portar bien.
Prometo todo por vos.
Hasta desde el pasado prometo.
Ahogo el grito, rezo sin fe.
Sé lo mejor de mí.
Olvida lo que no pude.
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